lunes, 8 de julio de 2013

Paradoja de la Predestinación (destino) vs. Libre albedrío


Dice un psiquiatra muy famoso, llamado Brian Weiss, que aunque todos los seres humanos tenemos un plan vital “destinado y escrito”, también disponemos del libre albedrío, de tal modo que nuestras vidas, y la de los que nos rodean, se ven afectadas por las elecciones que hacemos mientras experimentamos esta existencia dentro de este estado físico en el que estamos aquí y ahora. Destino y libre albedrío coexisten e interactúan constantemente sin estorbarse, ya que se complementan dentro del círculo de la vida. Está escrito en los cabellos de nuestra cabeza; en las estrellas del firmamento; en los padres que tenemos; en el número de hermanos; en nuestro nombre propio; en el día de la muerte; en el día del nacimiento; en los hijos que tendremos. ¿Entonces?…

Esto me recuerda la obra: Macbeth, escrita por William Shakespeare. Ésta es una historia de asesinato y culpa, pero una de las preguntas centrales más polémicas incluye el destino contra la acción: ¿El final de Macbeth está "destinado" a suceder, o sus elecciones causan su caída? En las escenas de apertura, Macbeth y Banquo se cruzan a las tres brujas, o las "hermanas raras", que profetizan que Macbeth se convertirá primero en el Barón de Cawdor y luego en Rey. Macbeth al principio duda de las hermanas, pero luego se entera de que se convirtió en el Barón de Cawdor por casualidad y se pregunta si la profecía de él, de convertirse en Rey, se volverá realidad. A través del argumento uno se puede cuestionar si las hermanas raras hicieron la profecía y causaron las acciones de Macbeth al colocar las semillas de una carnicería en su mente, o si las elecciones de Macbeth fueron libres, lo que lo hace responsable por éstas. Puesto de manera simple, ¿son las brujas responsables de las acciones de Macbeth, o lo es Macbeth?

Dice Wikipedia sobre la paradoja de la predestinación:
"La paradoja de la predestinación, o destino, establece que todos los actos que están ocurriendo y que van a dar lugar a un resultado futuro, no pueden ser modificados de ninguna manera. Lo que tiene que ocurrir, ocurrirá, es inevitable".


La posición de Albert Einstein en relación a la predestinación era radical: “Todo está determinado, tanto el principio como el fin, por fuerzas sobre las cuales no tenemos ningún control. Está determinado para los insectos así como para las estrellas. Seres humanos, vegetales, o polvo cósmico, todos bailamos al son de una tonada misteriosa entonada en la distancia por un intérprete invisible”.

Por otro lado, el libre albedrío hace referencia a la capacidad de los seres humanos de tomar sus propias decisiones y de poder conducirlas hasta lograr su resolución o meta. En este sentido, Mario Alonso Puig nos complementa la idea con su frase: “El ser humano libre no es aquel que actúa de acuerdo a sus emociones, es aquel que decide actuar de una manera, como él lo ha elegido, independientemente de cómo se sienta. Para mí, eso es la libertad”.

Como podemos observar, ambas filosofías o puntos de vista, entran en conflicto, ya que en sus principios se contraponen.

El enigma del destino y del libre albedrío ha dejado perplejos a los más grandes pensadores que haya conocido la historia del hombre. De igual manera que la filosofía y la religión, la astrología se ha trabado en lucha con este enigma y ha intentado expresarlo en su propio lenguaje, como respuesta a la cuestión de si existe realmente algo a lo que se pueda llamar una “opción”.

Cada cual a su manera, también las escuelas del pensamiento psicológico están investigando aspectos del mismo problema: hasta qué punto el comportamiento de los hombres está condicionado por la herencia, hasta qué punto por el medio, hasta dónde por la volición consciente. Y aquí, como en otras esferas de la indagación humana, es posible ver el choque inevitable de los puntos de vista opuestos. Es probable que el enigma del destino y del libre albedrío, como muchas otras cuestiones profundas, sea tal que su respuesta consista en última instancia en una paradoja. Tanto la astrología como la psicología analítica describen esta paradoja, cada cual a su manera: “El hombre está atado a la rueda del destino hasta que sobre él amanece la conciencia de la posibilidad de elección que le ha concedido Dios. Tiene entonces un atisbo de la naturaleza paradójica de la fuerza que lo ha atado, pero que le ha dado también el poder de romper sus ataduras si quiere escoger el dolor que lleva consigo la pugna, y aceptar los peligros de la libertad con que habrá de tropezar en la espiral ascendente que es el camino que se inicia a partir de la rueda quebrada”. (The Inner World of Choice, Frances Wickes, Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, N. J., 1976).

El destino y el libre albedrío son problemas filosóficos capitales, pero que no sólo tienen que ver con la especulación metafísica, sino también con las pautas de nuestras relaciones. ¿Qué tipo de elección se opera cuando alguien se enamora? ¿Cuál es la elección implícita en el nacimiento de un niño, que en sí mismo lleva su propio temperamento innato, el cual puede o no desarrollarse de acuerdo con los designios de sus padres? ¿Qué clase de elección tiene uno cuando su pareja lo abandona, pese a sus más nobles esfuerzos por mantener intacta la relación? ¿Y qué papel desempeña la elección en el daño que con tanta frecuencia provoca una niñez difícil, y que para desenmarañarlo nos cuesta, en ocasiones, una vida entera de lucha?

Hay personas que prefieren creer que todo en la vida es azar y está sometido exclusivamente a los caprichos de la casualidad. Este es un punto de vista tranquilizador en cierta medida, porque mitiga la carga de la responsabilidad personal. También hay personas –y en Oriente se las cuenta por millones- que creen que la vida fluye totalmente de acuerdo con la predestinación derivada del karma de cada uno, de los efectos de causas que arraigan en encarnaciones pasadas; y esta posición también es consoladora, porque lo absuelve a uno de responsabilidad en el presente. Finalmente, hay quienes creen que la propia voluntad es el factor determinante de nuestro destino, y ésta es una actitud un poco menos reconfortante, porque habitualmente la vida nos pone frente a cosas que no es posible alterar por un esfuerzo de la voluntad, ni siquiera de la más poderosa.

Evidentemente, en muchos de nosotros hay una especial renuencia a hacer frente de manera creativa a esta cuestión del destino y el libre albedrío, ya que profundizar demasiado en ella sería el equivalente de asumir una responsabilidad para la cual no estamos preparados, e incluso, quizás, ni siquiera equipados. Sin embargo, debemos creer hasta cierto punto en el poder de la elección porque sin ella nos hundimos en el desvalimiento y la apatía, y debemos tener cierta fe en las leyes mismas de la vida que nos guían, para que con su funcionamiento no nos dejen irreparablemente destruidos.


El problema del destino y del libre albedrío está en la base de uno de los conceptos erróneos de más difusión popular en astrología. Y eso se debe en gran parte a que en el nivel popular hay muy poca comprensión de lo que la astrología tiene que decir al respecto. Hemos visto ya cómo sus proyecciones inconscientes pueden llevar a un individuo a enfrentamientos, relaciones y situaciones que, aunque asuman un cariz de destino, están reflejando su propia lucha por llegar a la conciencia de sí mismo. Una breve consideración de cómo funciona la sombra, las imágenes de los padres que residen en las profundidades de la psique, las energías dinámicas del Anima y del Animus, pueden ayudar a iluminar la extraña paradoja que expresa Novalis al afirmar que el destino y el alma son una y la misma cosa. La carta natal es la semilla, y es verdad que de las semillas de pera nacen perales; nos asombraría que fuese de otra manera. No es difícil ni siquiera para el pensador pragmático apreciar que el horóscopo natal no es más que el reflejo de una reserva de potencialidades que –y esto depende de su nivel de conciencia- el individuo puede utilizar para actualizar el mito que es su propia vida.

En fin, entre esa interminable maraña de posibilidades que se forma con la mezcla de lo inevitable con las decisiones que tomamos haciendo uso de nuestra parte de libre albedrío, así como de la incidencia de variables naturales y variables humanas, es decir, de múltiples cosas que interactúan dinámicamente para generar cambios constantemente, fluye nuestro diario vivir.

Casi siempre los extremos son malos. Y en este caso, ambas filosofías totalmente contundentes y radicales parecen ser extremos.

El punto correcto, si existe, estará por allí, entre ambos extremos, en un punto de equilibrio que no necesariamente esté ubicado en el medio de ambos... y que seguramente también precise de estar cambiando constantemente de posición.

Si hay algo que todos compartimos es un destino cierto, todos tenemos fecha de caducidad. Incluso aquellos que pretenden burlarlo metiéndose en un congelador.
Ahora bien, si todos los caminos llevan a Roma, puede uno dejarse llevar, o bien decidir, cuál es el que quiere seguir y cómo hacerlo. Libre albedrío.

La mejor manera para entender esto es a través de este ejemplo:
 … Un experto zapatero fabricaba los mejores zapatos que uno pudiera imaginar, pero nació en un país donde las personas carecían de pies. Es el destino. Mas el hombre no se amilanó y aprovechó todas sus habilidades para fabricar guantes. Eso es el libre albedrío… El arte de la paciencia | Ramiro A. Calle

En pocas palabras: “El libro del destino existe pero, gracias a los dioses, los humanos no tenemos acceso a él”. Esto nos proporciona la capacidad de equivocarnos y sentir que nuestras acciones son completamente libres.

http://anafernandezvuono.blogspot.mx

lunes, 1 de julio de 2013

¿TIENES UN MAL DÍA?


¿Quién no lo tiene? Casi habría que preguntarse si existe alguien que no lo haya sufrido. Es algo inherente a la vida. Admitido esto, el interrogante que se plantea es ¿cómo afrontas tú un mal día?

Unas personas se sienten tristes, otras abrumadas, otras muy enojadas, algunas se repliegan e incluso niegan su existencia, y ciertas personas descargan su tensión en los que le rodean. Lo cierto es que la psicología de cada persona hará que se favorezcan unas actitudes u otras, pero ¿te has planteado de qué manera actúas en un caso así? Por supuesto que tu comportamiento variará en función de las circunstancias, pero ¿te sientes bien ante la actitud que has tomado cuando ha pasado el temporal? Si es así, no hay problema ya que actuaste en relación a tus creencias personales (no me refiero a las religiosas), a tus principios, luego sabes manejar las situaciones.

Pero cuando la presencia de la adversidad te irrita tanto que despotricas contra el mundo, cuando algo te hace perder los papeles, cuando ante una dificultad que no manejas te sientes mediocre, que eres un incapaz, o que todas las desgracias recaen en ti, entonces ahí precisas hacer un parón y pensar que el problema no está en lo que te ocurre, sino en cómo lo estás enfrentando, cómo lo estás manejando, y la cuestión es que el problema, la dificultad te está controlando a ti, no tú a ella.

Cuando esto ocurre ¿no estarás haciendo una montaña de un granito de arena? De verdad ¿crees qué es tan dramático lo que te ocurre? ¿Te ha pasado más veces? Y el mundo no se vino abajo por ello ¿Cómo lo solucionaste?

Sí, incluso puedes pensar que eres la persona más desgraciada del planeta. Crees que eres el único que soporta penalidades, que tiene fracasos, que todo le va mal. ¿Por qué piensas tanto en ello? Sé sincero contigo mismo ¿te consideras el ser más desdichado del planeta? ¿No estás exagerando un poco? Puedes seguir poniendo en la balanza todo lo negativo que tienes, pero ¿cuándo vas a poner en esa misma balanza la multitud de cosas que tienes positivas? ¿no crees que es hora de hacerlo? Cuando lo hayas hecho te darás cuenta que lo positivo pesa infinitamente más que lo negativo en la vida de cualquier persona y la tuya no es una excepción.

Puesto que nadie se libra de tener malos momentos ¿por qué no aprovechas para aprender a manejarlos? Ello te ayudará a que seas tú mismo el que controle la situación, tu autoestima se afianzará, y claro que se seguirán presentando problemas, pero tu forma de abordarlos será desde la serenidad y desde el saber que estás haciendo lo adecuado.

Puedes pensar que solamente son días puntuales los que pierdes los papeles y que de ese modo no interfiere significativamente en tu vida ¿De verdad piensas eso? Las cosas no se logran de un día para otro y es preciso dar muchos pasos para recorrer un camino, puede que con un solo paso el tema
siga parecido, pero ya has avanzado, sin él, sin el primer peldaño no podrías seguir ascendiendo.

Tu postura también puede ser no me siento lo suficientemente incómodo como para tratar de mejorar el manejo de las dificultades. Ya, te has atrincherado en tu postura de confort, pero ¿tendrías posibilidades de mejorar esa situación? ¿Por qué no utilizas todos tus recursos para que esos malos días no te amarguen la existencia, ni se la amargues de rebote a los que te rodean? ¿No crees que esto te daría más satisfacción?

Tengo una amiga (me referiré a ella como Nina, pero no es su nombre real) que pasó por una situación muy difícil el año pasado, y era realmente un reto diario el poder mantenerla con su pensamiento consciente y su mente positiva. Tuvo que pasar por un proceso de reconstrucción de su autoestima y de reevaluación de su vida. En tiempos difíciles como estos, en que no es “un día malo”, sino más bien “varios días malos” (incluso meses), la tarea de ayudar a alguien se hace incluso más desafiante, pues los pensamientos negativos están bien arraigados.

Ella me describía que sentía como que estaba escalando una montaña empinada y que cada vez que le venía un pensamiento negativo o desalentador, era como si su pie se deslizara y rodara todo el camino recorrido hasta el suelo, y tuviera que empezar de nuevo a subir.

Nina estaba pasando por esos días en los que piensas que no acabarán nunca, que siempre serás infeliz. Yo la ayudaba en lo que podía, y ella también ponía de su parte para poder lograr un equilibrio mental y poder salir de ese hueco donde ella se había metido, y que sabíamos que podía salir, como podemos salir todos.

Hoy quiero compartir contigo 10 hábitos que creamos ella y yo, para que recordara a diario y poder tener nuevamente una vida feliz, como había sido hasta el momento.

10 COSAS PARA RECORDAR CUANDO TIENES UN “MAL DÍA”

1.- NO PIERDAS DE VISTA LO QUE REALMENTE IMPORTA
¿Que se te haya tupido el fregadero es el fin del mundo? ¿Crees que vale la pena recordar esa pequeña discusión que tuviste con tu madre? Cuando tenemos un mal día, es como que las cosas pequeñas tomaran mayor relevancia y nos quejamos de todo.
La próxima vez que te estés tirando los pelos por algo, pregúntate si es por algo realmente importante.

2.- ESTÁ BIEN QUEDARTE A SOLAS, RETIRARTE UN POCO DEL MUNDO
A veces sólo necesitamos dar un paso atrás y volver a evaluar una situación, una relación, o la vida en general. Algo que siempre le aconsejaba a Nina era que intentara ser ella misma su mejor amiga. Intenta sentirte bien contigo mism@, tómate tu tiempo para entenderte, y tomar tus decisiones.

3.- NO TIENES EL CONTROL DE TODO
Recuerda que no puedes predecir ciertas cosas, no sabes cómo va a salir todo y es posible que no todo salga como tú quieres. Toma la vida como viene, agradece que sea de esa manera, y si quieres modificar algo, hazlo una vez que hayas comprendido en silencio, una vez que hayas aceptado la situación. A veces solo basta con observar.

4.- LO QUE PIENSAN OTRAS PERSONAS ES IRRELEVANTE
Nina vivía pendiente de las opiniones de los demás, de lo que pensaban de su situación. Hasta que llegó al punto que intentaba complacer a todos, sin darse cuenta que se alejaba de lo que la complacía a ella misma.
Sé consciente de lo que te hace feliz, y hazlo, independientemente de lo que otras personas tengan que decir al respecto.

5.- NO TIENES QUE SABER TODAS LAS RESPUESTAS
De hecho nunca sabrás todas las respuestas. Estamos creciendo y aprendiendo constantemente, y mientras más sabemos, más interrogantes nos surgen. Es normal que te sientas despistad@ a veces.

6.- ERES SUFICIENTE
Casi todas hemos pasado por momentos en nuestras vidas que hemos pensado “No soy lo suficientemente inteligente, o lo suficientemente bonit@, o lo suficientemente fuerte o lo suficientemente espiritual para hacer ________”. Date una oportunidad, en lugar de formar creencias que te limitan.

7.-MANTENTE PRESENTE
Trata de no detenerte en el pasado ni de preocuparte por el futuro. Nina no hacía otra cosa que pensar en “lo que pasó”, sabiendo que no era la mejor manera de volver a ser feliz. Mantén tu pensamiento consciente y vive el AHORA. Siente que cada momento es único y disfrútalo, cualquier cosa que sea que estés haciendo.

8.- NO JUZGUES
Si crees que haz hecho daño, si crees que te han hecho daño, piensa que realmente lo que ha pasado es que hubo un hecho en el que estuvieron involucradas dos personas o más, y luego cada uno decidió cómo quería sentirse con esa determinada situación.
“Cómo las personas te tratan es su karma, cómo reaccionas es el tuyo.” Wayne Dyer

9.-ERES HUMAN@
Esto es posible que sea lo que más te ayudará recordar cuando tengas un mal día. No pasa nada por cometer errores. No pasa nada porque no estás feliz ahora mismo, porque no tengas tu pensamiento consciente. Siempre y cuando sepas que está en tus manos salir de donde estás, que sólo tú puedes tomar las riendas para ser feliz, siempre y cuando estés consciente de que tú sí puedes hacer lo que te propongas, permítete ser “imperfect@”.

 10.- SÉ AGRADECID@
Piensa por un momento en todas las cosas buenas que tienes, no te enfoques ahora en el punto negro. Piensa en el amor de tu familia, en el regalo de este nuevo día que estás disfrutando, en que puedes ver, escuchar, en que puedes reír aunque no lo hagas. Piensa en todo lo que realmente tienes bueno a tu alrededor, que por pequeñas cosas que sean, te hacen feliz. Y agradecer por ello. Una increíble sensación de bienestar recorrerá tu cuerpo inevitablemente.

¿Y QUÉ TAL NINA AHORA?
Y por si quieres saber cómo siguió la historia después de que Nina practicara estos hábitos diarios, aquí te dejo con el “happy end”.
¡Pues ahora mismo Nina está muy contenta y feliz!, incluso más feliz que antes de pasar por esos momentos difíciles. Ahora es libre, es independiente y está abierta a nuevas experiencias, pero con una increíble confianza en sí misma. Ahora es más consciente, disfruta increíblemente de su vida ¡y es tan agradecida!

Fuente: Naylín Núñez: http://yogaesmas.com

lunes, 24 de junio de 2013

¿SABES QUÉ ES UNA SERENDIPIA?


“El descubrimiento consiste en ver lo que todos han visto y pensar lo que nadie ha pensado” Albert Szent-Gyorgy

Muchos de los grandes hallazgos a lo largo de la historia han sido fruto de serendipias, pero… ¿Qué es una serendipia?

Cuando pensé en hacer este estudio sobre descubrimientos curiosos en química, ni yo misma sabía la dirección que iba a tomar este trabajo. En principio, pretendía enumerar algunos hallazgos interesantes a lo largo de la historia, intentando hallar algún atisbo de algo más profundo, (dándole el punto de vista acropolitano), pues dudo mucho que estos descubrimientos fueran fruto del azar. Y como suele suceder, conforme iba indagando más en el tema, en tantos descubrimientos por accidente, descubrí la “serendipia” y todo lo que la rodea, con lo que mi enfoque cambió radicalmente. De este modo, lo que pretendo no es citar hallazgos o anécdotas, sino que estos me sirvan de apoyo para hablar de lo que realmente me interesa, que es tratar de entender qué lleva a un ser humano a hacer un gran descubrimiento. En este proceso intervendrán muchos factores, pero con seguridad, el factor más determinante será aquel que no es palpable, que sólo vive en nuestra imaginación y en la de todos estos científicos que, antes que estudiosos, eran soñadores y pioneros. Les invito, pues, a adentrarnos en el mágico mundo de la “serendipia”…

Las serendipias en la historia
¿Te puedes imaginar a Calvin, premio Nobel de Química en 1961, sentado en su coche esperando a que su mujer terminara de hacer unos encargos, cuando le vino la inspiración para explicar la fotosíntesis de las plantas? ¿O a August Kekulé, que soñó con átomos y moléculas que formaban cadenas serpenteantes que se retorcían, y una de ellas se convirtió en una serpiente que se mordió la cola, formando un círculo y girando con gran rapidez sobre sí misma, lo cual dio origen a la explicación de la molécula del benceno? Eso eran serendipias, sí, descubrimientos o hallazgos afortunados e inesperados. También conocidas por este nombre la casualidad, la coincidencia o un accidente. Sin duda, maneras muy románticas de hallar algo. Así, muchas de ellas, han ocurrido en las ciencias, como hemos comentado anteriormente, incluso Albert Einstein dijo haber sido víctima de esta casualidad en algunos de sus hallazgos.

También en la literatura son bien conocidas, por ejemplo, Stevenson el creador del personaje del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, tuvo un sueño que fue el que le sugirió las ideas para la creación de este personaje. Fruto de estos descubrimientos accidentales también han sido las patatas fritas, los rayos X, la penicilina, el principio de Arquímedes, los microondas, o la viagra. Pero no sólo los científicos o escritores son testigos de las serendipias, nosotros también podemos presenciarlas en nuestra vida cotidiana. ¿No has llegado alguna vez “por casualidad” a algo que buscabas en Internet?

¿Y de dónde procede la palabra serendipia?

“Serendipia” es una curiosa palabra asociada a otros hechos también curiosos. Probablemente no conozcan esta palabra, y de hecho, si la buscan en el diccionario no aparece, porque este término no ha sido aceptado aún oficialmente.

La “serendipidad” podría definirse como “la facultad de hacer un descubrimiento o un hallazgo afortunado de manera accidental”, o también, “encontrar soluciones a problemas no planteados, sin buscarlas siquiera”. Sí existe, en cambio, la palabra “Serendipity”, aceptada por la Academia de la lengua inglesa. Y en nuestro idioma, existe el término coloquial “chiripa”, que podría ser considerado un sinónimo de “serendipia”.

Históricamente, esta palabra se extrajo del relato “Los tres príncipes del Serendip”, que se cita en la obra La historia de Simbad de las mil y una noches. Les resumo el relato: “Había una vez un reino exótico y oriental llamado Serendip (parece ser que se podría situar en Sarandib o Serandib, denominación ancestral de la isla de Ceilán/Sri Lanka, o quizá Serendip siempre existió en Persia, el reino de los cuentos). En dicho reino, había tres príncipes que tenían el don del descubrimiento fortuito. Ellos encontraban, sin buscarla, la respuesta a problemas que no se habían planteado; gracias a su capacidad de observación y a su sagacidad, descubrían accidentalmente la solución a dilemas impensados”. Tan peculiar le debió de parecer este relato a Horace Walpole, en el siglo XVIII, que inventó al efecto la expresiva palabra “Serendipity” para denominar a todos esos descubrimientos producidos por la combinación de sagacidad y accidente.


El proceso serendípico

La historia está llena de descubrimientos “serendípicos”, es decir, que la “serendipia” nos conduce a resultados importantes.
Las fases del proceso podrían ser las siguientes:
     existe un problema
     existe un sujeto con el problema
     el sujeto está buscando una solución
     el sujeto encuentra la solución por accidente

Pero esto nos conduce a una segunda cuestión: ¿cómo sabe el sujeto que “eso” que ha descubierto es la solución? Aquí intervienen muchos factores, pero, por encima de todo, existe sagacidad e intuición. El sujeto busca algo específico que encaje en el problema como una llave en una cerradura. Esto supone que debe estar atento y alerta, y que además sabe perfectamente qué falta, y lo espera. Por eso, la “serendipia” no es un accidente, no es una casualidad, ni tampoco buena suerte, pero lo parece. Para quien está fuera del problema, llegar a la solución es fruto del azar, un regalo de los dioses. Quien está en el problema, en cambio, está atento, tenso, para cazar la respuesta al vuelo cuando se le presente, y en este caso, llegar a la solución no es una casualidad. La “serendipia” no es magia, pero en el proceso “serendípico” interviene la magia porque la solución surge de modo inesperado y del rincón más oculto de nuestro ser.

ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS ASOMBROSOS EN QUÍMICA

a) Mendeleyev y la invención de la tabla periódica
Muchos habían intentado crear una tabla periódica para ordenar los elementos, pero conseguirlo parecía una utopía, pues los elementos tenían propiedades muy diferentes. Sólo alguien con una inspiración fértil y con el valor para desafiar el saber convencional iba a resolverlo: Dmitry Mendeleyev, un siberiano que quería que la ciencia se pusiese al servicio del mundo. Él intuía que existía un lazo de unión entre los elementos; por eso, hizo 63 cartas, una por elemento, donde se incluían sus propiedades y su peso atómico (entonces solo se conocían 63 elementos), e intentaba ordenarlos continuamente. Un día, en sueños, le vino la solución, y al despertar, empezó a ordenarlos. Así, distribuyó los elementos en siete grupos (precisamente usó el siete como número de ordenación natural: siete planos, siete notas, siete colores del arco iris…). Él no había hecho ningún experimento, pero su ingenio era tal que sabía que su tabla periódica no era perfecta porque faltaban elementos por descubrir, Así describió las propiedades de tres elementos aún no descubiertos, para los que dejó un hueco concreto en la tabla. Años después, todas sus predicciones se hicieron realidad, pues tres elementos fueron descubiertos y estos cumplían al pie de la letra lo vaticinado por él.

b) Daguerré y la fotografía
Daguerré quería conseguir fijar una imagen fotográfica con la máxima nitidez posible, pero con ninguno de los productos que había experimentado había tenido éxito.
Un día guardó varias placas con las que había estado experimentando en un armario, y, cuando días después las sacó, vio que en ellas la imagen aparecía clara. Este había sido el accidente, pero el descubrimiento procede de la sagacidad de Daguerré al concluir que alguno de los compuestos químicos del armario era el causante. El mercurio de un termómetro se derramó, y el vapor de mercurio había causado el milagro, convirtiendo a Daguerré en el pionero de la fotografía. Él dijo: “la buena fortuna me llevó a ello”.

c) Goodyear y la vulcanización del caucho
Charles Goodyear estaba decidido a fabricar caucho sintético resistente a los cambios bruscos de temperatura. Tras muchos intentos, completamente obsesionado con hallar la solución, se le ocurrió mezclar azufre con el caucho que accidentalmente cayó sobre una cocina caliente, y, para su sorpresa, no se fundió sino que se carbonizó lentamente como si fuese cuero. Goodyear comprendió inmediatamente el significado de este accidente. A este proceso de añadir azufre al caucho lo llamó “vulcanización” (en honor al dios Vulcano).

LA CREATIVIDAD EN LA CIENCIA
Uno de los factores determinantes para que se pueda producir la “serendipia”, y para el progreso humano en general, es la creatividad, que es una facultad innata en el hombre. La creatividad se basa en la capacidad imaginativa de cada uno y, sin duda, detrás de los grandes descubrimientos de la ciencia siempre ha estado la imaginación. Y es que para poder hacer un hallazgo, hace falta una mente abierta y libre, que contemple todas las posibles soluciones por inverosímiles que parezcan, pues si algo hemos aprendido (de los descubrimientos del apartado anterior), es que en cualquier momento “salta la liebre”, que la respuesta que tanto deseamos podemos hallarla en el momento más inesperado. Por eso, si un científico dedica su vida al estudio de un proceso, con la idea de descubrir lo que nadie ha podido hasta ahora, si no consigue encontrar la solución tras años de esfuerzo y dedicación, a este estudioso le quedan dos opciones: abandonar esa búsqueda que ha podido convertirse en una obsesión que domina su vida, o por el contrario, continuar sus investigaciones pero tomando otro camino, porque el científico tiene que ser práctico e inteligente, y ser capaz de romper barreras, de romper las propias barreras de su mente. Llega un momento en la trayectoria de todo investigador en que tiene que saber renunciar a una idea que no acaba de cuajar para contemplar otras posibilidades, que tal vez le lleven, por fin, al camino correcto.

Ante todo, la creatividad-imaginación no puede existir en una mente que se aferra desesperadamente a algo. La imaginación supone que nuestra mente puede volar en libertad, dirigida por la voluntad y supervisada por la inteligencia, pues si no, no podríamos hablar de imaginación sino de fantasía: de múltiples imágenes que se suceden sin control, pero que desde luego no nos llevarán a ninguna solución viable.

El científico, si quiere avanzar y poder acercarse a la “serendipia”, no debe permitir que nada influya en su investigación, ni siquiera su propio deseo de éxito, porque desear algo con demasiada vehemencia puede ser el principal obstáculo para que podamos alcanzarlo.

EL AMOR COMO FACTOR DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO
El hombre suele creer que para conseguir sus objetivos basta con perseverar y formarse en una disciplina, pero esto no es del todo exacto. Solemos pasar por alto un factor fundamental para la vida: el amor. Todo aquel que quiera aprender y especializarse en una disciplina científica no solo ha de estudiar sobre ese tema, sino que debe amarlo. Seguramente la mejor manera de alcanzar el éxito sea amar todo aquello en lo que trabajamos de una manera desinteresada. No olvidemos que la ciencia lo que persigue es descubrir los secretos que la naturaleza posee, y para ello, el egoísmo o la vanidad son nuestros peores enemigos.

Quizá se ha preguntado alguna vez qué determina que una persona pueda descubrir algo o no, y tal vez la respuesta sea más sencilla de lo que creemos: la naturaleza es un ente vivo y, como tal, tiene su propia mente y su propia voz. Ella le habla al científico al oído, pero este, completamente absorbido por sus circunstancias, no es capaz de oírla, porque quien habla es el alma de la naturaleza, y esta solo puede ser oída por lo más sutil del hombre. Por eso, si es el amor al estudio y el amor a la humanidad lo que guía a un investigador, estará en condiciones de poder ver un poco más allá de lo habitual. Cuando el corazón está lleno de elevados sentimientos y pensamientos, es más fácil que el hado o las musas se conviertan en nuestros aliados. Aquel que busca, si se encuentra en paz consigo mismo, sereno y con humildad, está preparado para recibir la solución que tanto esperaba. Tal vez la clave sea esa, tal vez todas las respuestas están en lo más recóndito de nuestro interior, y para hallarlas sólo tenemos que saber oír, solo tenemos que acallar nuestra propia mente para poder oír la “voz del silencio” (como dijo la maestra H. P. Blavatsky).

EDUCÁNDONOS HACIA LA “SERENDIPIA”
Hay quienes dicen que para hacer un nuevo descubrimiento hay que tener un poco de suerte, pero no nos limitemos a creer que las respuestas surgen por casualidad.

Lo cierto es que todos aquellos que han sido iluminados con alguna verdad que los demás no han sido capaces de encontrar tenían muchas cosas en común, y es que, sin saberlo, se estaban preparando para poder ser dignos del premio que iban a recibir (se encaminaban hacia su destino). Quiero decir que es posible formarse y educarse a lo largo de la vida para poder acercarse, al menos, a la “serendipia”.

Las cualidades que nos educan hacia la “serendipia” son muy variadas.

Para empezar, los accidentes se convierten en descubrimientos debido a la sagacidad de la persona que se tropezó con ese accidente. Pero no sólo eso: todo estudioso ha de tener una formación básica con la que trabajar; por eso, es fundamental una mente preparada (Louis Pasteur dijo: “La fortuna favorece a la mente preparada”). Eso supone toda una vida dedicada al estudio: perseverancia, estar continuamente aprendiendo. Y además, esta preparación debe ser una formación global, lo más completa posible, porque muchos de los grandes descubrimientos se produjeron gracias a que el investigador tenía nociones básicas de muchos campos diferentes dentro de la ciencia (se necesitan muchos conocimientos para comprender el problema; si este no se entiende, difícilmente se encontrará la solución). Los accidentes se convierten en descubrimientos gracias a la curiosidad manifiesta del que observa el suceso, que, junto con la percepción, le llevan a darse cuenta del significado de lo que acaba de ver. Ambas, curiosidad y percepción, pueden ser más despiertas en el caso de algunas personas, pero también pueden estimularse. Está claro que la observación va a ser fundamental en lo que la “serendipia” se refiere. Por eso es muy útil ir anotando todos los resultados obtenidos en las investigaciones: tanto los esperados como los inesperados. Y todo eso hay que interpretarlo con la mayor objetividad posible. Para ello, es necesario ser flexibles en pensamiento y en interpretación, no despreciando los resultados inesperados considerándolos “erróneos”, porque, a veces, el resultado inesperado es lo que lleva al descubrimiento. Por eso, la mente preparada ha de estar también preparada para sorprenderse.

También debemos contar con el poder de la fortuna (un viejo poema nórdico dice: “Es mejor tener suerte que ser listo”), que parece tener a una serie de “elegidos” que tendrán la suerte de estar en el lugar preciso en el momento adecuado.

No olvidemos tampoco la creatividad como elemento básico del ser humano para concebir lo que parecía imposible.
Además, estos científicos tenían otra cosa más en común: no tenían miedo al descrédito profesional o a la humillación por plantearse lo que nadie creyó que valía la pena plantear. 

Tenían gran confianza en sí mismos y, aunque encontraron una gran oposición entre sus colegas, ellos seguían defendiendo aquello de lo que estaban convencidos, generando así nuevas maneras de pensar. Se caracterizaban por estar siempre aprendiendo de los errores, o incluso, indagando en ellos como fuente de inspiración para nuevas investigaciones, porque el científico debe saber “sacarle partido a todo” y tener en cuenta que las equivocaciones sugieren muchas veces rutas que nos pueden llevar a la verdad. Por tanto, el hecho de que muchos estudiosos fracasaran no es porque se movieran en la dirección equivocada, sino más bien porque no se atrevieron a ir lo suficientemente lejos.

Queda un último factor, pero de él, hablo a continuación…

“SERENDIPIA” E INTUICIÓN

Todos los factores descritos en el apartado anterior son muy importantes a la hora de intentar hacer un gran descubrimiento, pero, en última instancia, existe un factor clave y absolutamente esencial: la intuición. Como sabemos, se relaciona con el sexto plano de la división septenaria del universo: Budhi, y para el hombre sigue siendo una facultad prácticamente adormecida (sin desarrollar aún), que podría definirse como el conocimiento directo, o dicho de otro modo, saber sin precisar de la razón.

Con seguridad, todos los descubridores (del pasado y los que vengan en el futuro) tienen algo en común: ellos fueron capaces de entender el significado de lo que acababan de ver. Es como si el germen de una idea estuviese flotando en el aire, esperando ser descubierta. Pues bien, estos “elegidos” pudieron alcanzarla por ser lo bastante listos o lo bastante intuitivos. Debemos creer que la respuesta está a veces delante de nosotros, pero necesitamos ese destello (proveniente de la intuición) para verlo todo claro de repente, sabiendo conectar entre sí ideas que aparentemente no tenían relación alguna.

Por eso, la “serendipia” está íntimamente ligada a Budhi, a la capacidad intuitiva del ser humano. Así, aquellos que deseen experimentar el fenómeno “serendípico” deben prepararse a conciencia, porque la intuición está asociada de alguna manera al aprendizaje. 
Sin embargo, seamos realistas: no todos los científicos de mérito que han buscado respuestas las han hallado. Por eso, cabe pensar que la intuición es diferente en cada persona; esa chispa de Budhi necesaria para ver lo que nadie ha visto, no la posee todo el mundo por igual, sino que dependerá de las cualidades innatas del sujeto, así como de su momento evolutivo. Pero, por encima de todo, recordemos que si alguien quiere estar en contacto con lo elevado, con la tríada, debe despegarse de lo inferior, no puede permitir que su personalidad le moleste y/o le guíe en sus investigaciones. Dicho de otro modo: para encontrar la verdad, para descubrir las respuestas, no pensemos en la fama o el dinero que podríamos lograr, sino que debemos amar la respuesta en sí misma, como el tesoro más preciado que la naturaleza nos puede regalar.

CONCLUSIÓN
Por más que pase el tiempo, la “serendipia”, como fenómeno, continuará siendo un misterio por resolver. Por eso, me conformo con haber tratado de entenderlo, aunque sólo sea un poco, permitiendo que cada cual saque sus propias conclusiones.

¿Cuestión de suerte o intuición? No veo por qué he de desechar una de las dos; puede que la intuición y la suerte vayan de la mano, puede que la intuición sea un golpe de suerte.

En cualquier caso, creo que si alguien tiene facultades para la música o el arte, también hay quien tiene facultades para la “serendipia”, pues probablemente se nace con ella. Esta facultad está como latente, esperando el momento oportuno: cuando en el científico surge la idea, brillante y clara como un relámpago en la noche. Y lo más curioso es que lo que distingue a este científico de todos los demás no es su preparación o su inteligencia, sino que, al observar lo que sucedía a su alrededor, él supo reconocer lo que a los demás les pasó desapercibido. Supo acercarse a la “serendipia”,y puede que lo hiciera siguiendo este esquema:
OBSERVACIÓN>>>>IMAGINACIÓN>>>>INTUICIÓN

También debemos tener en cuenta que tanto el descubrimiento como la investigación siempre estarán ligados, de alguna manera, a la pureza de corazón y al amor. El amor o la pureza por sí solos no aseguran nada, pero han de formar parte de una persona para que sea digna ante los ojos de la naturaleza o de los dioses. Alguien que practica el amor, un filósofo, posee una serie de valores internos y externos que permiten que se pueda depositar la confianza en él, pues lo único seguro es que hará un buen uso de la información recibida, pensando antes en los demás que en él mismo. Un científico debe ser, en esencia, un filósofo, un pensador, un soñador cuyos sueños no tengan límites. Por eso, filosofía y ciencia han de volver a unirse lo antes posible, porque una vez fueron uno. Todos tenemos a un científico y a un filósofo dentro, sólo hace falta que seamos capaces de encontrarlos para no perder la capacidad de sorprendernos ante la vida, pues toda la vida puede ser una “serendipia”: a lo largo de toda nuestra existencia tenemos experiencias, descubrimos un ideal, conocemos personas… porque probablemente son nuestro destino. Asociémonos a lo elevado. Mantengámonos despiertos ante la intuición y la suerte. Tal vez, incluso, seamos capaces de hacer un descubrimiento. ¿Quién sabe?, el destino nos está esperando. Vayamos en su busca…

Fuentes: http://filosofia.nueva-acropolis.es. Lourdes Martos Moreno el 18/4/2011

Libros consultados
*¡Eureka! Descubrimientos científicos que cambiaron el mundo. Leslie Alan Horvitz. Editorial Paidós.
*Serendipia. Descubrimientos accidentales en ciencia. Royston M. Roberts. Alianza editorial.
*Breve historia de la química. Isaac Asimov. Alianza editorial.

Artículos de Internet consultados
*“Descubrimientos de la ciencia y la tecnología que sucedieron sin buscarlos. La serendipia”. Jesús Duque Macías. M.ª de los Ángeles Mateos Vázquez.
*“Serendipi… ¿qué? En el reino de serendip”. Pedro Gómez Romero.
*”Una serendipia educativa”. Juán La Peyre.